viernes, 17 de enero de 2014

El ser humano tiene cosas fascinantes como que cada hora mil millones de células del cuerpo son remplazadas o que nuestros fémures son más fuertes que el hormigón. Pero hay una que me seduce especialmente, un rasgo de la condición humana que nunca deja de sorprenderme: lo increíblemente idiotas que podemos llegar a ser.
Somos una especie idiota. Nos encanta dejarnos llevar por nuestros sentimientos cuando estamos muertos de miedo en vez de cuando realmente podríamos disfrutarlo. Y por supuesto, nos desvivimos por darnos cuenta de lo que realmente queremos justo cuando nos enteramos de que nos lo quieren quitar. Huimos bien lejos para escapar de la tristeza cuando tenemos la felicidad al alcance de la mano.
Muchas veces me pregunto, ¿como hemos sido capaces de llegar hasta la luna si ni siquiera somos capaces de cuidar de nosotros mismos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario