miércoles, 5 de marzo de 2014

Algún iluminado dijo que la felicidad no existe. Está claro que era más listo que yo. Pero hasta yo se que si existen los grandes momentos de las pequeñas cosas. Esas que dividen al mundo en dos tipos de capullos: los que ni se enteran de como apreciarlas y los que se convierten en unos auténticos expertos.
Que las pequeñas cosas no te engañen. Son pequeñas, pero no sencillas. Tienen trampa. Y es que esas pequeñas cosas no sirven de nada si no las compartes con alguien a quien quieres. Por que solo cuando las compartes las pequeñas cosas pasan a convertirse en autenticas joyas. Las joyas de verdad no están ni en los museos ni en las cajas fuertes. Las joyas de verdad no brillan ni deslumbran. Las autenticas joyas no son las que te hacen más rico, son las que te hacen sonreír. Yo no me considero una persona codiciosa,no necesito muchas joyas. Me conformo con volver a sentirme viva.Quiero volver a sentir que alguien se preocupa por mi. Quiero volver a sentir que hay alguien de quien me quiero preocupar.
La felicidad es un arma de doble filo: no hay nada mejor cuando la tienes, pero si la pierdes, te quedas echo polvo porque al final del día es cuando te das cuenta que lo importante, seas un capullo o un iluminado, es que tienes dos opciones… y hay que elegir. Puedes elegir la opción fácil: dejarte caer y hundirte… O puedes elegir la opción difícil: seguir buscando.Y entonces, si tienes un poco de suerte, una de esas joyas pasará por delante para darte el valor necesario y volver a la superficie.

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